Revista Internacional de Ciencias Sociales

   ISSN 2955-8921  e-ISSN 2955-8778          

Vol. 2, No. 1, Enero – Junio, 2023

Recibido: 17/02/23; Revisado: 20/05/23; Aceptado: 12/06/22; Publicado: 30/06/23

https://doi.org/10.57188/RICSO.2023.006

 

 

La preparación del docente para favorecer el autocontrol en escolares con rasgos de agresividad. Un estudio de revisión

 

Karel Llopiz-Guerra*

Universidad Central Marta Abreu de las Villas, Santa Clara, Villa Clara

 

Daline Urdanivia Ruiz

Universidad Central Marta Abreu de las Villas, Santa Clara, Villa Clara

 

 

Resumen

La necesidad de la preparación constante del docente en correspondencia con las exigencias del rápido desarrollo científico y tecnológico que la contemporaneidad impone, constituye para el sector de la educación una necesidad ineludible en el que los investigadores y docentes como reto se dedican, para desarrollar el proceso docente -educativo contextualizado y con calidad. A través de la siguiente revisión se busca identificar las competencias del docente para el manejo de situaciones de agresión entre pares. Se concluye la importancia de conocer las distintas acciones de orden cognitivo, procedimental y actitudinal para fomentar comportamientos que permitan la formación de actitudes y valores personales y sociales en los estudiantes.

 

Palabras Clave: Teaching competencies, Self-control, Aggressiveness, school children.

 

Teacher preparation to promote self-control in schoolchildren with aggressive traits. A review study

 

Abstract

The need for the constant preparation of teachers in accordance with the demands of the rapid scientific and technological development that contemporary times impose, constitutes for the education sector an unavoidable need in which researchers and teachers as a challenge are dedicated, to develop the teaching-educational process contextualized and with quality. The following review seeks to identify the teacher's competencies for handling situations of aggression among peers. It is concluded the importance of knowing the different cognitive, procedural and attitudinal actions to promote behaviors that allow the formation of attitudes and personal and social values in students.

Keywords: Feminicide, violence, pandemic, Peru, macro region

 

Preparação de professores para promover o autocontrole em crianças com traços de agressividade. Um estudo de revisão

 

Resumo

A necessidade de preparação constante dos professores, de acordo com as exigências do rápido desenvolvimento científico e tecnológico que o mundo contemporâneo impõe, é uma necessidade inadiável para o setor educacional, no qual pesquisadores e professores se dedicam como um desafio, para desenvolver o processo de ensino-aprendizagem contextualizado e com qualidade. A revisão a seguir busca identificar as competências do professor para lidar com situações de agressão entre pares. Conclui-se a importância de conhecer as diferentes ações cognitivas, procedimentais e atitudinais para promover comportamentos que permitam a formação de atitudes e valores pessoais e sociais nos alunos.

Palavras-chave: Competências de ensino, autocontrole, agressividade, crianças em idade escolar.

 

1. Introducción

 

En relación al área del conocimiento de la preparación del docente, la misma debe contemplarse de forma constante por la importancia y la repercusión que dispone al   trascender la esfera escolar y objetivarse en significado social. Lo que requiere de docentes con competencias que desarrollen eficientemente y con calidad el proceso docente – educativo y proporcionar los requerimientos de los escolares en su desarrollo.

 

Al indagar la temática sobre la preparación del docente se hace énfasis en que esta debe proveer información y recursos a los profesionales que faciliten el desarrollo, la transformación, y la creación en el proceso de enseñanza aprendizaje y de las asignaturas que se imparten (Herrera et ál. 2018).

 

Autores como (Chaviano et ál. 2020) consideran que, en respuesta a las necesidades del perfeccionamiento profesional y humano, teniendo presente la diversidad en los centros educativos, existe la exigencia de mejorar y corregir los sistemas educativos en favor de su evolución (p. 2).

 

Para Hernández y Concepción (2019) la preparación confiere al hombre capacidades para un desempeño, y considera la educación profesional un proceso sistémico organizado que ofrece a los individuos conocimientos, aptitudes y habilidades que responden a objetivos determinados.

 

Cita (Ramírez-Galí et al. 2020) que la preparación es el resultado de acciones constantes, sistemáticas y planificadas que responden a necesidades reales, que responden al interés de una persona, a un grupo de personas determinado, a una entidad encauzada a hacer cambios convenientes en relación a conocimientos, habilidades y capacidades, que proporcionen progresar integralmente siendo más eficientes y competentes en su labor profesional (p. 1).

 

La preparación debe dotar a los profesionales de competencias específicas para el progreso de su desempeño, accionando y sistematizando formativamente de modo más profundo, desarrollando los conocimientos preliminares y las prácticas laborales, según establecieron como reto pedagógico (García-Ondarza et al. 2018, p. 138).

 

Castillo (2011) concibe este proceso como cambio e innovación individual que admite modificar el escenario escolar de desempeño, resultando del perfeccionamiento y el reajuste de los contenidos, de los métodos científicos y de los valores que se obtienen en la interacción con los escolares y el grupo, unido al ejercicio teórico-práctico del docente y el compromiso personal adjudicado.

 

El objetivo de este estudio se dirige hacia una sistematización de investigaciones y autores que profundizan sobre la preparación en los docentes para contribuir al autocontrol en escolares con comportamiento alterado; especialmente en las manifestaciones de agresividad que pueden ocurrir en los entornos curriculares y extracurriculares de instituciones educativas.

 

2. Desarrollo

 

Como parte vital de la preparación del docente este debe partir del diagnóstico, como primera acción para iniciar e inducir el cambio en el desempeño de su ejercicio profesional y contribuir a la transformación del entorno escolar con prioridad en el educando como razón fundamental de la escuela, también la familia y los agentes comunitarios.

 

Al realizar un estudio a profundidad sobre el tema diversos autores entienden la preparación del docente como aquel proceso pedagógico constante que posibilitan  la adquisición de conocimientos teóricos-metodológicos que viabilizan procederes de actuación favorables en la práctica educativa, que benefician el aprendizaje de los escolares proporcionando niveles de ayudas y apoyos necesarios, al trazar y desarrollar acciones que permiten a que mayor cantidad de  escolares solucionen sus necesidades.

 

Se señala que la preparación debe estar orientada para obtener en el logro de un resultado de trabajo con mayor calificación por el personal docente y sus competencias, los objetivos deben dirigirse al perfeccionamiento del proceso docente-educativo en forma individual y colectiva, la organización y planificación demandan razonamiento integral para materializarse, por ello pudiera ser conveniente la preparación metodológica (Rodríguez-Nuñez, 2021).

 

La preparación del docente con el fin de atender una diversidad de escolares en su contexto de actuación se realiza con el propósito de lograr una concepción metodológica de forma integral, que proporcione vías que posibiliten la dirección del proceso, logrando de esta forma los objetivos propuestos que comprenden la integración, generalización y transmisión de conocimientos y habilidades logradas para atender el diagnóstico individual y grupal.

 

Desarrollar dicha preparación le posibilita al docente que tiene a su cargo escolares con rasgos de agresividad, permite en ellos alcanzar altos niveles de conocimientos desde su labor y se estimula el interés de superación constante para transformar esa realidad.

 

El mejoramiento de este recurso humano en el desempeño profesional, sin tener en cuenta el nivel educativo en el que se encuentre, demanda que la atención y transformación a estos escolares con estas características no sea un proceso casual, sino dirigido y realizado a partir del diagnóstico educacional que se posee del mismo.

 

Por lo que, enfatizar en la calidad de la preparación del docente, con punto de partida en el diagnóstico que posea sobre sus potencialidades y necesidades propias, así como el del grupo de escolares que presenten manifestaciones de agresividad, podrá resultar en cambio para el desempeño y también favorecer la transformación del entorno escolar, que supone la atención a los educandos con estos rasgos.

 

Señalan Cobas y López, 2014 que en la preparación del docente es concluyente para afrontar desafíos cada vez más complicados que implica la labor de educar, la cual exige la necesidad de designar métodos y procedimientos para educar como lo demandan los escolares (p. 137).

 

A partir del análisis de los criterios precedentes se considera necesaria la preparación del docente para trabajar en función de la transformación de los escolares con manifestaciones de agresividad, contribuyendo así a elevar la calidad del docente, mejorando sus competencias intelectuales, de humanismo, de compromiso por el necesario proceso de instrucción y educación desde su labor.

 

Todo ello resulta que el docente no es sólo un profesional de la pedagogía, también constituye un protagonista dinámico y desarrollador creativo, que además de poseer conocimientos sobre determinadas materias, también profundiza en las peculiaridades psicológicas de los escolares que educa, para la correcta asimilación de los conocimientos que imparte de la forma más exitosa posible.

 

Estos criterios exigen por tanto una preparación teórico-metodológica que se ajuste a las características psicológicas de los escolares que no logran manejar las formas de autocontrol expresados en manifestaciones de agresividad, y que constituye uno de los retos que enfrenta la educación en la actualidad.

 

Constituyendo este tema una meta para lograr educación de calidad, se precisa de la atención a la diversidad en los escolares que desde temprana edad presentan manifestaciones de agresividad. Cuando no son suficientes los recursos metodológicos necesarios que se poseen, para atender a estos escolares y brindarle por parte de los docentes atención, acciones, seguimiento preciso y oportuno.  

 

Las personas desde el inicio de la vida aprenden del entorno en el que se desarrollan, mediante las diversas experiencias que les son reveladoras y que van formando su comportamiento que posteriormente se refleja en sus actuaciones. Indica cuales son las habilidades que han desarrollado en su vida, que permiten desenvolverse por sí solo.

 

Desde el nivel primario de educación puede ser frecuente que haya escolares que presenten necesidades educativas especiales, entre estas condiciones suelen destacarse las dificultades en el comportamiento, pero al no ser una conducta que se presente de manera estable, los docentes en su labor y de forma preventiva, junto a especialistas deben analizar, qué nivel de alteración presenta cada caso.

 

Aun cuando es un tema recurrente en las investigaciones estudiadas, no siempre se atiende de modo eficiente y oportuno, cada caso es singular con características individuales a tener en cuenta y no siempre estas manifestaciones de conductas son detectadas y diagnosticadas a tiempo, trayendo consigo que determinados escolares puedan agravarse y llegar a reconocerse como un trastorno de la conducta. Implica por tanto la importancia adquirir conocimientos cómo se caracterizan estas manifestaciones y trazar acciones metodológicas y preventivas para su educación.

 

Existiendo la necesidad de que el docente logre desarrollar habilidades importantes en el escolar, como pueden ser: la toma de decisiones argumentadas, autocontrol, autovaloración y resultado, siendo un esencial para el desarrollo de la autorreflexión, que el escolar admita o refute conscientemente sus logros y conflictos, en fin, que sea capaz de recapacitar sobre sus actividades y la forma en que se muestra ante ellas.

 

Es importante determinar tanto grupal como de forma individual la caracterización psicopedagógica, para conseguir las características de cada escolar, pues algunas de estas se presentan de forma muy singular según cada uno, aunque en sentido general es coincidente la falta de concentración, problemas de comportamiento, la hiperactividad, y desajustes emocionales.

 

En edades tempranas, con la adecuada preparación del docente puede lograrse en los escolares que se han diagnosticado con las características que se abordan para ser atendidas, niveles altos de voluntariedad y mejorar la conducta en respuesta a motivos extrínsecos e intrínsecos que se hayan formado o se estén desarrollando en estos educandos, y se va logrando poco a poco estabilidad en la esfera motivacional, resultando favorablemente en la unidad de lo afectivo y lo cognitivo.

 

Se pueden ir fortaleciendo y consolidando aspectos significativos de su desarrollo, en lo relacionado con el aspecto volitivo y consciente de sus procesos psíquicos. En este momento ya existe la posibilidad de lograr niveles más elevados en el desarrollo de su control valorativo y su aprendizaje, acciones que desempeñan un rol importante en realzar el nivel de conciencia del escolar en cuanto al aprendizaje.

 

Al asimilar conscientemente las normas que controlan su comportamiento el escolar debe desarrollar también sentimientos, y en relación con su actitud social, en las primeras etapas de escolarización sigue siendo muy selectiva la elección de los amigos. 

 

Lo antes señalado constituye un indicador para el docente, ya que una de las características psicopedagógicas de estos escolares es que no pueden autocontrolar su actuación en cuanto a la presencia de manifestaciones agresivas en el desarrollo social cotidiano.

 

Es por ello que, al realizar una revisión por diferentes investigadores pudiera interpretarse el autocontrol como el proceso que responde a determinada demanda social de manera autónoma y eficaz por un individuo (Jiménez et al., 2016).

 

Al comprenderse el autocontrol como habilidad que se desarrolla en edad temprana; inicialmente con la  interacción familiar y luego en el escenario escolar, de forma externa e interna,  resulta de gran importancia  para la vida pues supone un adecuado    desarrollo  de  esta  habilidad  en  todas  las  áreas en que se interactúe para el  desarrollo personal,  implicando diversas esferas, como por ejemplo la cognitiva, la socioemocional, la comunicativa que repercuten en el desarrollo futuro como ser social.

 

Asimismo (López, 1992) define el autocontrol como proceso comportamental, de carácter constante, donde la persona es responsable de su conducta. Siendo preciso que la esta sea capaz de mostrar un comportamiento adecuado, para ello es necesario que conozca las variables que influyen en él desde el punto de vista interno y externo que influyen en èl, para ser capaz de adaptarlas y conseguir los objetivos propuestos (p.112).

 

A propósito Elias et al. 2011) consideraron diversas perspectivas como concebir objetivos no solo a corto plazo también, a largo plazo, con seguimiento fundamental hacia comportamiento en función de las metas, incluyendo la táctica de retrasar gratificaciones instantáneas, la resistencia hacia las tentaciones y el control de pensamientos, de los impulsos y el comportamiento en sentido general.

Baumeister et ál., 2007 determinaron que el autocontrol también ha sido considerado como aquella capacidad de una persona para regular la conducta propia, sus pensamientos y sus sentimientos, la cualidad de anular, de cambiar o de interrumpir las respuestas internas (como los impulsos) y la posibilidad de abstenerse en función de ellas. Próximamente se amplió abarcando la capacidad de resistencia hacia sus puntos débiles (tentaciones), cómo es capaz el individuo de regular sus emociones y cogniciones, cómo es capaz de controlar y ajustar el comportamiento en servicio de objetivos generales a largo plazo; cambiando sus responsabilidades con el fin de colocarlas como ideales, valores, la moral, expectativas sociales, y de ese modo sustentar los objetivos a largo plazo. 

 

Se hace preciso apuntar que el autocontrol no solamente es el control de la conducta, si se valora con la perspectiva de (Palacios et al., 2013), quienes opinan que su alcance va más allá de las dimensiones personales, como por ejemplo el control cognitivo, emocional, y el de las relaciones interpersonales, por supuesto el control conductual.

 

(Polaino-Lorente et ál., 2009) señalan que coexisten dos campos en cuanto a las conductas de control: como número uno considera el autocontrol decisional, que se identifica por la presencia de un conflicto que demanda una respuesta y rápida solución, al elegir una opción entre muchas. Y el segundo estadio es el autocontrol prolongado que se aprecia en la dilación del tiempo en el que permanece la respuesta controlada, este estadio solicita continuas tomas de decisiones para mantener la conducta elegida.

 

Según estudios realizados se expresa que el autocontrol también se caracteriza por las condiciones físicas: pues, desde lo corporal y el autocontrol, en muchas ocasiones se percibe como la tensión muscular genera tensión nerviosa.

 

Es frecuente que al existir problemas de autocontrol al escolar le cuesta integrarse y comportarse apropiadamente en situaciones académicas. (Domjan, 2010) propone el autocontrol como componente decisivo para la socialización y el ajuste emocional, existiendo la oportunidad para el individuo de aprender mediante la regulación consciente, formas de desarrollar adecuadamente el autocontrol, lo que es conclusivo que el mismo se puede aprender, y se pueden entrenar para desarrollar la tolerancia por las recompensas demoradas, lo que a su vez puede conllevar a obstaculizar el aprendizaje.

 

Hofmann et al. (2012) plantearon al respecto que el autocontrol se expresa como Aquella capacidad de la persona de inhabilitar o transformar las respuestas internas, los impulsos, las emociones, los pensamientos y comportamientos que se presentan en situaciones a corto plazo y así lograr ganancias dirigidas a expectativas y valores sociales que suelen ser de relevancia para las personas.

 

Otra arista del autocontrol es constituye la capacidad para moderar la reacción emocional que se tiene, ante una situación. Uziel y Baumeister, 2017 lo han precisado como lo que auxilia a las personas al desarrollarse socialmente y permitiendo que se desarrollen de mejor manera.

San-Sebastian, 2017 plantea que el autocontrol se presente componentes diversos, los que cumplen con funciones necesarias para el desarrollo del individuo y sus disimiles capacidades como emocional, la social, la cognitiva, etc.

 

Los autores (Wiese et al. 2018) consideraron el autocontrol como un aspecto de gran relevancia que abarca casi todas las formas de comportamiento. Plantean que aquellas personas que son capaces de altos niveles de autocontrol, conducen su vida de forma más satisfactoria, que aquellos que presentan problemas de autocontrol.

 

El autocontrol se expresa como regulación del comportamiento por parte de los seres humanos en el espacio que se encuentre, lo cual persigue como objetivo la expresión de conductas que   puedan   aportar a la solución de sus   situaciones   a las que se enfrente sin que se afecten otras personas.

 

Para muchos autores, el autocontrol constituye quizás la condición más significativa de la voluntad del ser humano, expresando que es el dominio o control de sí mismo, que se revela en el dominio personal de las diversas formas de la conducta que son inadecuadas o perjudiciales en determinadas condiciones.

Entre los aspectos estudiados del tema se revela que la función autorreguladora y reguladora de la personalidad posibilita al individuo dirigir su desarrollo psíquico y establecer manifestaciones armónicas y estables al orientación y ejecución de aquellas actividades que se relacionan directamente con influencias internas y externas y que muestran el nivel desarrollado alcanzado entre las esferas afectiva y cognitiva.

 

Es por ello la insistencia en que los escolares desarrollen el autocontrol, por ser de una necesidad importante a adquirir en su desarrollo para la vida, y es una fortaleza contar con docentes preparados que proporcionen atención cualificada para ofrecer niveles de ayuda y dar seguimiento a los escolares en este sentido, previniendo conductas inconvenientes que les originen problemas en su desarrollo e interacción con el entorno.

 

A partir del análisis anterior, es de considerar que una adecuada preparación en los docentes en cuanto a los conocimientos, al desarrollo de procedimientos metodológicos en su actuación profesional hacia la asistencia de escolares que presenten manifestaciones de agresividad, proporcionará vías y herramientas que ayuden el desarrollo de su autocontrol.

 

A juicio de Calderón (2001) cuando el escolar comprende y logra un enfoque   de actuación regido por el autocontrol, consigue generalmente la facultad para procesar información, incrementa sus habilidades para solucionar problemas, con la finalidad de ajustar su conducta en dirección a   las demandas del contexto.

 

Se insiste por ello, en la necesidad e importancia de desarrollar desde edades tempranas el autocontrol, pues con ello los escolares con manifestaciones de agresividad aprenden a reflexionar más oportunamente sobre su comportamiento, buscar y encontrar soluciones y respuestas más convenientes, evitando afectar a otros sujetos, a la vez que pueden encontrar satisfacción con sus determinaciones y formas de actuación.

 

En el contexto educativo, si el maestro ayuda a reconocer las emociones de su estudiante ante situaciones que no sean de su agrado, cuando ocurra alguna situación en el escolar, antes de que reaccione de forma agresiva; si habla con él, lo persuade y le hace entender qué es lo que se puede hacer para que autorregule su comportamiento, el escolar estará en mejores condiciones para desarrollar su autocontrol.

 

Importante será establecer horarios, el escolar sabrá que hasta que no termine los deberes no podrá cambiar de actividad, tendrá una clave que le sirva como indicador para controlar su comportamiento y saber qué es lo que tiene que hacer. 

A partir de lo antes expuesto el docente debe nutrirse de conocimientos, vías y técnicas que le permitan desarrollar acciones educativas en los primeros años de escolaridad, para favorecer el autocontrol. Con su labor educativa debe lograr enseñarles mecanismos de autorregulación en su comportamiento y de esta forma evitar manifestaciones de agresividad.

 

En el desarrollo temprano de los escolares se producen procesos de cambios y transformaciones donde existen contradicciones que surgen entre las capacidades específicas de los escolares y las formas de proyección educativa en los diferentes contextos, teniendo en cuenta sus necesidades y la forma de compensación de estas.

 

Siendo necesario atender estas contradicciones oportunamente y de forma adecuada para evitar que surjan dificultades, que se desarrollen incompetencias, y trastornos en el desarrollo de los escolares, con énfasis los que presentan alteraciones en su comportamiento. Son diversos los factores que median en la formación de los escolares que pueden generar dificultades en la conducta, que de no identificar e intervenir a tiempo, puede incrementar la posibilidad de que se revelen trastornos de conducta.

 

Deberá tenerse en cuenta los factores sociales, por ser estos los que evalúan la relación e interacción de los sujetos con otros sujetos y con el medio. Siendo para un escolar de temprana edad muy fácil la influencia que recibe del entono, si la misma no es la más adecuada, se precisa de la familia y del docente, para que ofrezca niveles de ayuda adecuados para distinguir lo positivo de lo que no lo es, en el medio en que se desarrolla y que cada vez se irá ampliando más.

 

Por lo tanto, para el niño le resulta fácil dejar influenciar por situaciones que presenten en su entorno y más cuando no cuentan con una guía como el docente y la familia, que le ayude a discernir lo bueno de lo malo, lo correcto de lo incorrecto que observa en su entorno. 

 

Propone (Rimaicuna, 2014, p. 5) que los principales responsables en las manifestaciones conductuales lo constituyen el entorno social y cultural, porque el escolar reproduce los patrones que el contexto le proporciona, entre ellos pueden estar, lenguaje corporal, gestos y actitudes que se observan en las figuras más distintivas.

 

Sugieren (González & Olivares, 2017, p. 84) sobre la determinación de Patterson et al, que los factores familiares pueden inducir un alto nivel de agresión, en escolares si en la estructura y el funcionamiento familiar se caracteriza por falta de cariño, el uso de la violencia física y ausencia de reglas de conducta claras y constantes. Otra interpretación de estos autores mantiene que los padres de niños socialmente agresivos emplean técnicas inadecuadas para su control.

 

La conducta agresiva es un fenómeno multidimensional. Influyen en esta factores orgánicos y comportamentales, los cuales se corresponden aproximadamente a los que se llamó anteriormente físicos y culturales se plantea que los primeros ocasionan efectos orgánicos que pueden influir en el comportamiento, los segundos causan estímulos evidentes en las reacciones psicológicas (Little et al. 2003).

 

Al analizar el término manifestaciones inadecuadas del comportamiento, se hace referencia a un conjunto amplio de estas con expresión conductual y déficit en la regulación comportamental, que incluye: manifestaciones agresivas, de hiperactividad, timidez, inhibición, retraimiento, rechazo al medio escolar, fobias, psicosis, egocentrismo y negativismo (López-Álvarez, 2014; Leyva & Barreda, 2017).

 

Barreda (2017) describe que en la práctica educativa se ha evidenciado la existencia de diversos niveles de alteración de la conducta que el docente debe conocer, tales como: las dificultades, los problemas y los trastornos de conducta. Este conocimiento y la comprensión de estos niveles de alteración permitirán que se puedan establecer procedimientos de atención personalizadas para el escolar y su familia, y planear un mejor trabajo de preventivo.

 

Al realizar una profundización en las concepciones teóricas sobre este término los criterios expresados por Leyva y Barreda (2017), expresan que cuando revelamos un estudiante con dificultades en el comportamiento, debe considerarse que el escolar presenta estas manifestaciones ocasionadas por conflictos o inconvenientes que han surgido y desarrollado en el transcurso de su vida y le impide obtener satisfactoriamente objetivos y metas. Estas conductas del comportamiento, aunque no lleguen al nivel de trastorno, sin embargo, pueden entorpecer el aprendizaje del escolar y su adaptación. De no prevenirse puede estructurarse en una patología con dilatación a la edad de juventud y adultez (p. 42).

 

En este nivel se ve el escolar beneficiado y necesitado de ayuda, de apoyo y de recursos educativos, que puedan llevarlo a superar y cumplir objetivos y metas. Y es entonces donde el docente debe aplicar los conocimientos adquiridos en su preparación en relación al tema abordado, y como resultado aplicar determinados niveles de ayuda. En consecuencia, la periodicidad e intensidad de las manifestaciones no deseadas deben variar y tornarse más distantes unas de otras, las mismas deben obedecer a variaciones propias del desarrollo del escolar.

 

Puntualizan (Castillo et al. 2019) que es en la escuela y con la familia donde acontece la mayor parte del tiempo de un escolar en un día, por lo que se convierten estos entornos los que más actúan en el desarrollo del educando.  (p. 124).

 

Como importante núcleo causal de manifestaciones de conducta, varios autores como  (Barrios-Vanegas, 2016, p. 214; Rodríguez, 2010, p. 444) sitúan  la dinámica familiar como favorecedora de las dificultades en la conducta, indican que la familia puede no tener las condiciones necesarias para formar y contribuir formas adecuadas de comportamiento en los escolares, podría no tener la madurez emocional adecuada, no ser equilibrada en cuanto a los roles que cada miembro debe ejercer en el núcleo familiar, la comunicación pudiera no ser apropiada y ejercerse de forma violenta, puede establecerse situaciones constante de discrepancias,  inconsistencias en las determinaciones en relación al menor, etc.

Es reconocido que la agresividad constituye un rasgo de la conducta que se remonta a la sobrevivencia del Hombre como especie, probablemente desde su origen mismo. Esta conducta en el tiempo sea mantenida en su condición de exponerse en la forma de atacar, de usar violencia ante el medio. Esta manifestación ha generado mucho interés y atención desde la teoría y la práctica, entre varias razones, por su repercusión social y diversos autores han estudiado este campo.

 

Afirma Taddey (2018) que constituye la agresividad un instinto que poseen los animales y que, por tanto, ha acompañado desde su surgimiento también al Hombre. Proporcionándole estados de alerta para protegerse y adaptarse de peligros y al entorno. La misma está regulada por reacciones neuroquímicas, siendo instintiva y también biológica. Puede regularse conscientemente por la persona, aunque unas necesiten planteárselo con más voluntad para que no sea una normativa en la cotidianidad de la vida, pues el individuo puede y debe modularla, debido al tiempo evolutivo en el que contemporáneamente se desarrolla la humanidad y vivir socialmente de modo positivo.

 

Estos aspectos anteriores revelan la importancia de que el docente debe preparase para identificar y prevenir con ello, en el contexto educativo manifestaciones de agresividad en determinados escolares, buscar y aplicar vías para potenciar el autocontrol de forma consciente y autorregulada.

 

A juicio de Peña (2004) al diagnosticar la agresividad como problema de la conducta, se alude fundamentalmente a la agresividad verbal y física, no es habitual referirse a la agresividad psicológica. Sin embargo, debe tenerse presente, porque es frecuente que esta esté presente en aquellos escolares que ejercen agresividad en su entorno.

 

Al razonar sobre agresividad se alude a hacer daño, este puede ser físico o psíquico, a una o grupo de personas. Suelen ser aquellos escolares que se caracterizan por su mal comportamiento, lo que puede ser aprendido o adquirido de los demás. Se caracterizan por actitudes violentas con aquellos que interactúa, falta de respeto a sus maestros, compañeros de escuela y a aquellos del medio en que se desarrolla. Para ellos es fácil resolver sus problemas de forma violenta, con gritos y con agresiones físicas.

 

En estas circunstancias los docentes deben intervenir para evitar estas situaciones y sus agravantes, evitando efectos perjudiciales en los niños. Ante este problema se precisa ecuanimidad, hacer uso de la preparación en tal sentido y lograr efectos mínimos dañinos e incluso, un cambio de conducta positivo.

 

Existen varias formas en que pueden presentarse los escolares con las características que se analizan: están los que demuestran agresividad manifiesta, los mismos tienden a ser irritables, sensitivos en las relaciones sociales, gustan sobresalir en el grupo, generalmente se auxilian de movimientos corporales excesivos en su comunicación y pueden   presentar adecuadas relaciones sociales mientras prevalezcan sus opiniones hasta que son contradecidos. Suelen presentar problemas de aprendizaje, de comportamiento en relación a la edad y de socialización con el grupo.

 

Hay escolares que encubren la agresividad, la disimulan y se caracterizan por ser ansiosos, inseguros, presentan dificultad para socializar con escolares y adultos, manifiestan sentimientos y reacciones hostiles hacia otros, responden a las solicitudes de los demás demorada y desentendidamente, exteriorizándose negativistas. Pueden ser recurrente los terrores nocturnos en ellos, así como enuresis.

 

Cuando estamos en presencia de agresividad indirecta o desplazada, que puede ser identificada cuando el escolar ataca contra las pertenencias u objetos de la persona que ha sido el origen del conflicto, o la agresividad contenida que puede evidenciarse cuando el escolar gesticula, produce expresiones faciales de frustración, o incluso grite.

 

El escolar que presenta dificultades en la conducta se le dificulta la participación en el desempeño escolar, fundamentalmente con el aprendizaje y la socialización en el contexto. Provocándole problemas de diferentes tipos en el que se le afecta su desarrollo personal, intelectual y afectivo. Al realizar un análisis de las causas condicionantes, se encuentra que no existe como regla general una sola causa que genera las conductas agresivas, sino que en ello inciden varios elementos familiares, personales y sociales que han condicionado la existencia de conductas agresivas.

 

Importante alerta proporcionan Castillo y Greco (2014), pues consideran que las habilidades sociales permiten introducirnos exitosamente en el desenvolvimiento social con una actitud flexible, abierta, tolerante. Cuando no es posible que el escolar sea capaz de lograrlo, este puede asumir la tendencia de responder con agresividad en el contexto en que se implica.

La agresividad puede manifestarse de disímiles formas y no suelen aparecer como rasgos estables e invariables de comportamiento en los individuos. Dentro de las principales manifestaciones de agresividad pueden evidenciarse desde diversos aspectos.

 

En cuanto al aspecto físico podrían existir manifestaciones corporales evidentes, emocionalmente puede exteriorizarse como cólera, revelarse a través de las expresiones faciales y los gestos o mediante cambios en el tono y volumen en el leguaje, y en la voz. Cognitivamente puede concebir fantasías destructivas, crear planes agresivos o manías de persecución ajena e incluso propias. Desde el punto de vista social es el marco en que esta se concreta.

 

En el desarrollo de la personalidad de los escolares con agresividad manifiesta, pueden incidir factores externos como la asesoría de docentes, que junto a la familia funcionen con el importante rol de atender y darle seguimiento cabal a estos escolares para lograr minimizar y suprimir estas conductas. Importante consideración a mantener es que la educación de los escolares no debe suceder poco exigente, ni tampoco con demasiada rigidez.

 

En el empeño conjunto de la escuela y la familia hay que reconocer como han sido los patrones de agresividad que el escolar ha recibido en su núcleo familiar, con especial interés en el que sus padres le han procurado. Esta acción se reconoce como modelación, y consiste en la forma en que el menor tiende a reproducir conductas, comportamientos desde el seno familiar y su entorno más cercano.

 

También existen casos de agresividad infantil que tienen su génesis en problemas fisiológicos, como desequilibrios hormonales, desnutrición o incorrecta alimentación. Podrían estar involucrados factores más complejos del tipo neurológico y sería preciso dar seguimiento médico en dichos casos.

 

La necesidad de una acción preventiva por parte del docente establece ejercicio y perseverancia para reducir aquellos factores que bloquean las aspiraciones de las personas, concediéndoles en cambio salud mental, y resultados positivos desde lo conductual y por consiguiente aceptación social.

 

En los procesos pedagógicos una de las categorías fundamentales es la prevención, y su quehacer está dirigido a valorizar el desempeño profesional de los docentes en el caso que se analiza, en relación hacia aquellos escolares que presentan manifestaciones agresivas en su comportamiento.

 

En los centros educativos la agresividad ha adquirido un alcance impresionante, por lo que ha sido necesario precisar indicadores como acción de prevención, que han sido esenciales en el cumplimiento de los deberes de la escuela, con el propósito de lograr conductas en los escolares respetuosa y acorde a los centros de enseñanzas.

 

Dichos indicadores se establecen para organizar y regular de forma eficaz la formación y desarrollo de la personalidad de los escolares para una inserción adecuada en la sociedad. En los que estos respondan con responsabilidad en sud desarrollo personal, hacia su familia, en el colectivo del que forman parte y en la sociedad.

 

Cuando estos no cumplen con los deberes escolares e infringen una o más normas de manera frecuente, suscitando actitudes inadecuadas de la regulación inductora de la personalidad en su núcleo familiar, en la escuela o comunidad, el docente puede auxiliarse pautas para evaluar los deberes quebrantados tales como: asistencia y puntualidad, la continuidad y permanencia en el centro escolar, el cumplimiento de las tareas escolares asignadas, su conducta, cuidado de los materiales escolares y medios de la institución.

 

Todas estas normas o indicadores son importantes, pero especial énfasis debe efectuarse en cuanto al relacionado con la conducta, pues este comprende la disciplina, las relaciones con otros estudiantes, con sus educadores, su familia, en sentido general su socialización en el entorno que revela la educación cívica adquirida y asimilada.

 

Al incumplirse de forma frecuente o se quebranta al menos uno de los indicadores propuestos el docente debe estar alerta, porque es probable que aparezcan manifestaciones de conductas inadecuadas a tener en cuenta y darle correcto tratamiento psicopedagógico.

 

El docente para identificar esos rasgos ha de estar capacitado para actuar con prontitud y poner en práctica sus conocimientos y acciones para mitigar y prescindir de actitudes como ha señalado la (American Academy of Child and Adolescent Psychiatry, [AACAP], 2015), que pueden mostrarse como ira intensa, ataques de furia, irritabilidad extrema, extrema impulsividad, así como la frustración con facilidad. También es necesario tratar de prevenir y corregir este tipo de conducta en la etapa infantil, ya que es la edad de formación del escolar y su comportamiento puede ser moldeada con mayor facilidad por padres y maestros. Guarda estrecha relación con la conducta agresiva la regulación más o menos efectiva de los impulsos, tema que remite al análisis de la formación y desarrollo del autocontrol en la edad escolar.

 

Los conocimientos relacionados con la atención en cuanto a las alteraciones del comportamiento en escolares establecen para el docente una vía significativa para el ejercicio de la profesión, el trabajo correctivo y desarrollador en el proceso educativo sobre todo cuando se presentan manifestaciones de agresividad en los escolares con los que asume responsabilidad.

 

Por lo cual, las ciencias pedagógicas necesitan garantizar la preparación del docente en correspondencia con sus necesidades y potencialidades, para así poder brindar una atención a los escolares que favorezcan su autocontrol ante manifestaciones de agresividad manifestaciones de agresividad, que contribuyan a preparar a los docentes en este tema desde su rol profesional.

 

 

2. Conclusión

 

La preparación del docente se hace necesaria a partir de sistematizar en el estudio desde su rol profesional acerca de cómo lograr el autocontrol en escolares con rasgos de agresividad en escolares, lo cual está dado en el carácter integral de sus acciones en el orden cognitivo, procedimental y actitudinal con la finalidad de desarrollar comportamientos que permitan la formación de actitudes y valores personales y sociales con los que se distinguirán en el desarrollo de su personalidad.

 

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Cómo citar:

          Llopiz-Guerra, K. & Urdanivia Ruiz, D. (2023). La preparación del docente para favorecer el autocontrol en escolares con rasgos de agresividad. Un estudio de revisión. Revista Internacional de Ciencias Sociales, 2(1) https://doi.org/10.57188/RICSO.2023.006